ES EL TALENTO, NO EL GÉNERO

Muj Per

RINCON BEISBOLERO

Por José Carlos Campos

 

19 de Marzo de 2019- Nace esta entrega al haber leído, con mucha atención y detenimiento, la muy interesante columna de Mon Cruz Pinto “Una reina para el rey”, escrito que deja para el análisis una pregunta que se erige como crucial. Se cuestiona Mon, “¿soy débil cuando se preguntan si en verdad sé de beisbol?”, interrogante hecha desde la perspectiva de una mujer apasionada (y comprometida) con este deporte.

 

Ciertamente, como bien apunta la autora, “el diamante en muchos casos está plagado de pensamientos misóginos y retrógrados”, afirmación que deviene de atavismos anclados en la historia de la sociedad más que por señalar una tradición inherente al propio béisbol.

 

Aquí podemos apreciar, como en muchas otras actividades, la perenne lucha que han tenido que desplegar las mujeres para hacerse de un sitio, de obtener el respeto que se les debe y agenciarse un lugar que no sea en las gradas. Ganarse la “visibilidad” en el béisbol, al menos en México, ha sido y es una tarea improba.

 

Hablamos de que se le vea, formalmente, como parte del gran engranaje, como elemento que no sea encasillado fuera de ese diamante en donde, coincidimos, aún persisten las actitudes de misoginia que hoy, a más de ser “políticamente incorrectas”, son violatorias a los derechos humanos.

 

La lucha no es fácil así sea que hay antecedentes que sirvan, como lo sería esencialmente, aquella liga femenil que se llevó a cabo en Estados Unidos en  los años de la segunda guerra mundial (saludos, Madonna).De ello a hoy ver como se hace “normal” que funjan mujeres como “trainers”, directivas y sí, claro, periodistas.

 

APORTES- Sin embargo, que todo lo anterior no se reduzca a una visión maniquea y simplista que mucho tiene de conveniente de matiz “defensivo. Centrándonos meramente en el sector prensa, baste una crítica a una dama comunicadora por su labor profesional y surja el comentario inmediato que el dardo es lanzado por cuestiones de misoginia. Se busca descalificar así, rápido, al crítico y se levanta de inmediato la defensa de la criticada.

 

La participación de la mujer en el periodismo beisbolero no viene de hoy, tiene también antecedentes, y conlleva los mismos riesgos y encara los mismos vicios que el que enfrenta el sexo masculino.

 

El utilitarismo de clubes y ligas sería el primero de ellos, esa concepción de que el periodistas es tan bueno como su imparcialidad traiga los colores del club propio, que renuncie a la crítica porque “atenta contra los mejores interese del béisbol” o que llegue a los estadios portando el jersey o gorra del club de casa porque eso conviene al club.

 

La mujer comunicadora no requiere de un régimen de excepción sino de las condiciones de cancha pareja para todos, de condiciones de trato igualitario que le marque la profesión, no el medio que representa o el club al que cubre y sobre todo, que le vea representando los principios más elevados de la ética del periodismo.

 

CASOS- Y es que así como se deslizan críticas a las mujeres comunicadoras que conllevan, definitivamente, dardos cargados de misoginia, al mismo tiempo se intentan desdeñar las críticas que nacen en los detalles banales y ñoños a los que se acude para ganar popularidad.

 

Lo mismo las que se cantan como “pioneras” sin serlas, precedidas por la marcada parcialidad por clubes y jugadores, que llevan su eventual “carrera profesional” al todo loa para las filias y todo mal para las fobias. Las mismas que ir al béisbol es para hablar de los “snacks” y las bebidas, selfie al canto.

 

También están las que se erigen como referentes ante la casi desértica iconografía de la periodista beisbolera, que se autoensalzan porque tienen muchos aduladores-seguidores o porque son descendientes de exjugadores de los que, dicen, “aprendieron mucho”.

 

Algunas más, siguiendo la ruta del martirologio, de la victimización (“he luchado mucho”), del sentir que merecen más para llegar a la cima que reclaman en términos de popularidad y para eso, obvio, un club de fans no estorba.

 

Así, se aglomeran (cual su fuera recurso de defensa) en especie de “clubes sociales” y no de defensa gremial, se grita en contra del otro género pero poco  que se cante la realidad propia, la de la necesaria autocrítica. Y es que muchas se sueñan viendo sus rostros en las grandes cadenas deportivas a nivel internacional o siendo llevada a lanzar la primera bola ante esas grandes audiencias que quieren-desean, que las reconozcan.

 

El catálogo es amplio pero lo central está en lo vacío de los contenidos y ahí sí, no hay misoginia de por medio. Culpa del medio, tal vez, o de la propia comunicadora por no atender los principios elementales de la profesión.

 

OPINIÓN-Desde hace muchos años que en Estados Unidos la mujer periodista se ha ganado su lugar en el béisbol, siendo apreciadas y debidamente valoradas. Nombres como los de Jessica Mendoza, Susan Slesser o Jane Lee son más que referenciables.

 

Cada quien y sus reconocimientos personales, ganados por trabajo, como cuando citamos a Sussy Jimenez y Katiusca María Parra en República Dominicana. Dos profesionales de los pies a la cabeza.

 

En México, nos quedamos con el respeto y admiración al trabajo de Beatriz Pereyra, Ariadna Ibarra y Priscilla Mungarro en el personal “top 3”, repartiendo menciones especiales a varias colegas. Melissa Linares, Guadalupe Ojeda en Oaxaca y Ana Luis Cantoral, hace meses inmersa en la pelota.

 

(Seguro está el alabar las entregas casi quirúrgicas de Patricia Guerra, ella sí, sin miedo a la crítica).

 

Y las no menciones a quienes han querido jugar con el score, lista que incluye a quienes se dejaron engañar por quienes además de gangsters, engañaban invitándolas al mundo de la comunicación para usarlas como “escorts”.

 

DETALLES- Bienvenida y bien sea la permanencia de la mujer en el periodismo beisbolero. Que se liquiden actitudes y poses que en el pasado frenaron carrera y llenaron de oprobio a féminas que en el pasado lo intentaron y “clubes de Tobi” bloquearon.

 

En el recuerdo, Maripaz González, periodista del desaparecido “Nacional” de la ciudad de México, debiendo enfrentar a la runfla de barbajanes que integraban el círculo de prensa de la LMB, siempre abalanzándose por la rapiña cuando Pedro Treto Cisneros lanzaba sobres con dinero con singular alegría.

 

Hoy es enfrentar los moldes creados, los estereotipos armados no solamente por el sector masculino sino por sus colegas mujeres, más atentas al devaneo, a la banalización del periodismo, a la entrega del menú prefabricado porque, mal de los dos géneros, confunden el béisbol con la farándula: valga tanto como fotos tenga con  las estrellas del negocio.

 

¿Será acaso que lo que acusan de misoginia en los varones será “envidia” en las mujeres?

 

No se requiere de mucho, solo respeto a la profesión. Con eso avanzan más que aceptando el utilitarismo en boga.

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