TOMATEROS, “VENADEANDO” A MAZATLÁN

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RINCON BEISBOLERO

Por: José Carlos Campos

 

24 de Enero de 2020- Recordará bien Benjamín Gil aquellos años cuando como jugador en activo con los Tomateros, si al equipo le tocaba jugar en postemporada en Mazatlán, el presidente del club, don Juan Manuel Ley determinaba enviar a un equipo de seguridad que cuidara que los peloteros “no se fueran de vagos”.

 

Al Guinda Mayor le incomodaba pensar en esos juegos en el puerto “además de preocuparme por los Venados, me preocupa la ciudad. Sobran las distracciones y los motivos para descuidarse”, decía convencido.

 

A Paquín Estrada le hacían gracia los razonamientos del “patrón” pero no se le olvidaba que alguna vez, durante una serie de playoff, Aurelio López y el propio Paquín se lamentaron de una noche antes sucumbir a una jornada marcada por “Juanito el Andarín”.

 

La serie final de la LMP se traslada a Mazatlán con los Tomateros en ventaja de dos juegos, lo que sirve para el lugar común del “medio boleto” en su haber pero que encuentra a partir de mañana un reto nada cómodo: el estadio “Teodoro Mariscal” y las circunstancias particulares del puerto, las desde siempre nada más que renovadas.

 

La cereza en el pastel, el evento máximo de la LMP y evento de lujo que cierra el año beisbolero mexicano, llega a su fase de climax y de mayor expectación.

 

COMPETENCIA- Los dos primeros juegos no se han alejado mucho del guión previsto, so bien un factor a tomar en cuenta sea que los Venados jugaron en Culiacán sin su hombre clave a la ofensiva, Anthony Giansanti, ausencia que no puede desdeñarse.

 

Que si en el primer juego el pitcheo del ganador Manny Barreda fue esencial, en el segundo lo que pesó fue la falta de oportunidad del bateo porteño y ahí es donde se sintió la ausencia de Giansanti.

 

Lo que viene ahora en Mazatlán serán nuevas jornadas de pitcheo y la mayor presencia de los relevistas. Los duelos, creemos, se trasladarán a lo que suceda de la sexta entrada en adelante y quien saca mejor provecho de ello.

 

Y aquí la apostilla, para tener presente, es que en la historia de la series finales de la LMP, en 22 de 23 ocasiones que ha sucedido, el equipo que gana los dos primeros juegos gana el campeonato.

 

PROYECTANDO- En lo particular, viendo el desarrollo de la serie titular de la pelota invernal, nos ha servido para imaginar lo que podría ser en el futuro cuando esté vigente la propuesta manfrediana de que los relevistas se daban enfrentar al menos a tres rivales.

 

El margen de maniobra para los managers se reducirá y el espectro para denominar “situacionales” a los pitchers de relevo será poco más amplio. Perderá vigencia aquello de “traer a un zurdo para lanzarle a un zurdo”, las estrategias serán sacudidas para pensar por quien jalar cuando se requiera a alguien para una situación en particular y viendo sobre quiénes deberá trabajar el que llegue a la loma.

 

Tendrá impacto también a la hora de conformar bullpens, en buscar pitchers derechos y siniestros porque a partir de que se implemente la regla, tal vez eso sea lo de menos.

 

Tal vez sea un regreso al pasado y ello lo festeje la ortodoxia pero puede y que desde los calderos en que se cuece la supuesta “magia” soberbiométrica, se decida inventar una más de sus ponderaciones Bill James para “preparar” a las nuevas generaciones de “relevistas de tres”.

 

Y hasta a eso le llamen “evolución del béisbol”.

 

NEXT. Queremos suponer que falta ya poco para que el Salón de la Fama del béisbol mexicano de a conocer la lista de los diez exbeisbolistas que serán los candidatos de entre quienes saldrán los integrantes de la generación 2020.

 

Queremos suponer que al mismo tiempo, se informará cuántos (y quienes) integramos el comité elector además de las reglas que regirán el proceso de elección, partiendo del requisito para que los candidatos sea elegidos. ¿Porcentaje mínimo, número de votos emitidos?

 

Y es que tras los exabruptos y sacudidas que se ha visto con lo de Cooperstowm, en donde la noticia parecen ser los electores y no los elegidos, más vale ponerse el huarache antes de espinarse. La transparencia y la claridad en los procesos van por delante.

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