EL PELOTERO, UNA MANERA DE SER

MITRE

RINCÓN BEISBOLERO

Por: José Carlos Campos

 

15 de Julio de 2020– Justo el día en que se recordó la fecha de fallecimiento de Nelson Barrera, fue detenido en Saltillo el lanzador Sergio Mitre, acusado por delitos que nada tienen de ser “leves”. Las imágenes del deportista siendo recluido en un penal no dejar de dar motivos para la pena ajena.

 

La referencia a Nelson no es gratuita. El campechano, evocado como jugador-leyenda, también tuvo sus momentos de oscuros, aquellos por los que atravesó sumido en adicciones y que pudo superar mucho insertándose en la fe cristiana.

 

Después de todo, el pelotero, los deportistas, son fuera del diamante gente normal, como todos, seres que bajan del pedestal para confrontar como cualquiera, los riesgos y tentaciones de la vida diaria.

 

Lo de Mitre, su responsabilidad y eventual culpabilidad, le tocará a un juez determinarlo. Los prejuicios no tienen cabida, los linchamientos mediáticos, en aras de “likes” o más followers, no son ni necesarios ni éticamente responsables.

 

Poco sirve, como referencia, mencionar casos anteriores de jugadores metidos en problemas legales. La reflexión que siempre cabe, es decir que resulta penoso (po decir lo menos) que un deportista, al que llegan a admirar niños y jóvenes, de repente vuelquen la historia para mal, para hacerlos caer de ese mítico pedestal en donde se les llega a ubicar.

 

Citar el caso de Esteban Loaiza, hoy recluido en un penal de los Estados Unidos, represente de mejor manera lo anterior.

 

IDIOSINCRASIA- En México, el pelotero llega a parecer cortado con la misma tijera, que estando en acción se comporta en casa o gira casi de la misma manera, siguiendo los mismos patrones y cumpliendo los mismos códigos.

 

Tal vez con la evolución impuesta por la llegada de peloteros con experiencia en el extranjero (el dopaje por ahí tuvo su inicio en nuestro país), en algo se han modificado este tipo de vida diaria en la cual muy poco queda en lo privado y si acaso, todo regido a que “nadie es chivato”.

 

Horas de sueño, de comida, de dirigirse al estadio, de comportamiento en los vestidores, lo que hace tras terminar el juego. Todo se inscribe casi como en una rutina que a veces, se suele advertir en el terreno y ofrece respuestas a preguntas que se hace el aficionado.

 

En el pasado, historias de lo que hacían los peloteros hoy son anécdotas casi divertidas. Lanzadores o bateadores de postín que apenas horas antes se había visto salir de bares, cabarets y lugares menos decentes, lucían en grande sobre el diamante. Nadie cuestionaba, nadie refería. Así no pocas historias de idolatrías.

EXCEPCIONES- Como en todo en la vida, hubo y hay excepciones, peloteros que salieron avantes de esa vorágine en que a veces se convierte la errante vida profesional a la que se someten y ya en el retiro, muestran que conservaron el (digamos) sentido de rectitud.

 

Pero hay también quienes caen inevitablemente en la desgracia del ímpetu mal contenido, aquellos a los que pesa el hecho de se diga (y se sepa) que son “personajes”, “celebridades”, y que mucho de lo que hagan, y que parezca “malo”, puede ser perdonado casi por default.

 

Hoy es Sergio Mitre quien representa de manera fiel ese alejamiento a los valores que supone el deporte, que ejemplifica de manera muy real que el deportista efectivamente es de carne y hueso, con fallas y virtudes como cualquier ser humano.

 

No tiene sentido hacer más cábalas, que no son sino especulaciones, Corresponderá a la ley hacer justicia y definir la gravedad o no de los actos del aún pelotero.

 

Y ocioso es que algunos, buscando la salvaguarda del nacionalismo, lo ubiquen señaladamente como mexico-americano, tal vez buscando así una exoneración al paisanaje.

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