SE APELLIDA URÍAS, TAMBIÉN ES ZURDO

URIAS

RINCÓN BEISBOLERO

Por: José Carlos Campos

 

30 de Octubre de 2020- Como ecos de la reciente serie mundial y su resultado final, no faltaron los que en el colmo de la euforia nacionalista expresen convencidos de que existe y es real la “juliomanía” y todavía más, que afirmen convencidos de que ha surgido el “nuevo” (y esperado” Fernando Valenzuela. Así de entrada habrá que decir que se llama Julio y se apellida Urías. No hay confusión.

 

El ditirambo es porque Urías entrego buenas cuentas en la serie y como remate, salvó el juego del triunfo final con un gran relevo. ¿Son éstos signos concluyentes de que el también zurdo es el digno émulo del mejor lanzador mexicano que ha llegado a Grandes Ligas?

 

El propio Julio, en conferencia de prensa pone las cosas en perspectiva, pone los pies en el suelo y niega semejante despropósito, no se compara, se ajusta a la realidad y con un “son tiempos diferentes” marca claramente los límites.

 

Talento surgido en las ligas infantiles de Culiacán, el gran semillero de la pelota nacional, y producto neto del sistema de desarrollo de los Dodgers, Urías ha podido escalar paulatinamente las cimas de la popularidad en Grandes Ligas, particularmente en Los Ángeles. Llega como una bocanada de aire fresco en tiempos difíciles para una comunidad latina que desde hace rato aspiraba a tener un “role model” como lo fue, en su momento, Valenzuela.

 

Faltará saber qué le espera para el futuro, en qué rol le tocará ocupar dentro de los Dodgers, si como relevista o abridor, si dejará de estar cuidado como lo ha estado estos años y si es que ya en 2021 lo dejarán correr solo.

 

Algo que Valenzuela, por ciento, hizo desde casi su llegada a Estados Unidos.

 

¿REPERCUSIONES?- El tema ayuda para pensar si es que la actuación de Urías, así como la de Victor González, servirá para que más mexicanos practiquen/sueñen con jugar beisbol, tal y como pasó cuando las épocas de Valenzuela en los años Ochenta.

 

Porque asó a simple vista, tal parece que todo puede quedar en escándalo mediático antes que un fenómeno socio-deportivo. Que lo visto y admirado quedará como un grato suceso, un evento inolvidable y hasta ahí, con todo y lo lamentable que así sea.

 

Claro que el éxito de este par de jóvenes lanzadores servirá (sirve) para efectos propagandísticos al estilo de que surjan descubridores, patrocinadores, falsos profetas del desarrollo y autoelogios similares, buen momento para colgarse de la fama adquirida por otros y hacerla propia.

 

¿Cambia algo para el beisbol mexicano luego de lo logrado por Julio Urías y Víctor González? Tal vez en la respuesta esté en mucho la realidad de este deporte en México.

 

REBAMBARAMBA- Lo que sigue ahora en Grandes Ligas es la danza anual de ver a peloteros que se hacen agentes libres, buscando contratos y dólares, en contacto cercano con sus agentes esperando las buenas noticias.  Algunos  dejándose desear, al estilo de Trevor Bauer, esperando que los equipos de cartera gorda digan el “sí, acepto” a las propuestas que se muestren sobre los escritorios de los dueños de clubes.

 

Y dentro de este maregmanum, guardadas, las esperanzas de que haya buena suerte para los mexicanos que están en la lista de espera, los que probaron la suerte de que en este año de casualidades y extraordinario, se les haya convocado a probar una tacita de café.

 

Todo bajo la expectativa de que 2021 puede ser diferente, de que las condiciones sean como eran hasta antes de marzo de este año, de que las cosas sean tan “normales” como para que MLB siga volteando a ver a nuestro país como un mercado natural de peloteros, aunque sujeto a reglas claras de operación, libre de tranzas y maromas.

 

Mucho para platicar y comentar, queda pendiente platicar de la liga ARCO Mexicana del Pacífico, que está en marcha. De eso habremos de comentar en la próxima.

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