LA POLÉMICA: EL MEJOR DE LA HISTORIA

espino

RINCÓN BEISBOLERO

Por: José Carlos Campos

 

22 de Febrero de 2021- Como si fuera tarea de ocio, surge de manera recurrente la polémica para tratar de encontrar, así sea de manera infructuosa, al “mejor de la historia” en cada posición. Casi nunca hay consenso, ya no digamos unanimidad, al final cada quien se queda con su idea. Al menos en México, solamente Héctor Espino queda a salvo de estas discusiones.

 

Ejemplos sobran, iniciando tal vez con el ejemplo de quién sería el mejor tercera base de la historia, colocando en la discusión a Leo Rodríguez y Aurelio Rodríguez, polémica que se amplió años después con el surgimiento de Vinicio Castilla. Números, estadísticas, records, proyecciones… a todo se acude con tal de defender al nominado. Y al final, casi como consuelo, decir “bueno, al menos para mí”. Ahí no queda discusión.

 

Otro tema a citar es lo del mejor pitcher mexicano, caso para dar cubetazos porque en la polla sobran candidatos del nivel del  Huevo Romo, Ramón Arano o Fernando Valenzuela. La misma secuencia, los mismos regates y para poner en pausa la polémica, un “bueno, cada quien en su época”.

 

Otro buen caso es el tratar de analizar el tema del “jugador más completo” y ahí chocan frontalmente la corriente histórica, la que apoya a Miguel “Becerril Fernández y la corriente, digamos, “modernista”, que impulsa a Matías Carrillo. Sin caer en el fondo del tema, aquí cabe a la perfección hablar de épocas, a cada quien lo suyo dependiendo de los tiempos en que estuvieron de activos y alejarse de comparaciones en virtud al supuesto mérito de “que yo ví jugar”.

 

EN todo caso, para confirmación, acudir a la plática con los exjugadores, con quienes tocó jugar a los aludidos y así tener un enfoque más cercano, menos alejado de filias y fobias.

 

Polémicas buenas para por lo menos, pasar el tiempo.

 

DECESO- Fue de postín en una época en que los pitchers zurdos, al menos en México, eran vistos como una especie de rareza. En el top estaba Alfredo Ortiz y de ahí en fuera. pocos que se vieran sobresalientes en el mundo de los siniestros. Si acaso, los recuerdos alcanzan para citar a Salvador “Bullanga” Sánchez.

 

Pero en esencia, más allá de que fuera pitcher de brazo zurdo, Alfredo Mariscal fue lanzador de clase, de relevancia, con presencia en la loma y con etiqueta de ganador. Su deceso causa pesar, debe causar, en este conspicuo mundillo beisbolero que regatea todo, particularmente reconocimientos. Se ha ido un miembro del salón de la fama, que es (debe ser) el pináculo que exalta la grandeza de un jugador.

 

Mala noticia, muy mala.

 

No dejemos que sean solo sus contemporáneos los que muestren pesar, los que se duelan y lamenten la ausencia. Alfredo Mariscal, así como mucho otros, merece la despedida reservada para los grandes (y los no tan grandes). Al menos la expresión que nbo pieder vigencia de “gracias por los recuerdos”.

 

Y es que el beisbol mexicano ha perdido a uno de sus inmortales.

 

NOVELA- No sabemos si es parte de un plan preconcebido un tema que se fue de las manos pero el caso de quien será el primer manager en la historia de los Mariachis de Guadalajara se convirtió en una novela que al menos, peca de mediática.

 

Sea o no sea Benjamín Gil el elegido, o que sea un caribeño exligamyorista, lo que se observa de fondo es que nuevamente el tema ha servido para la guerra que estalla entre clubes, medios y periodistas, , Unos porque no se les “cebe” la noticia, los otros por ganar la “exclusiva”, que se ha convertido en algo así como el “santo grial” del periodismo.

 

No es el personaje sino que se trata de ser “los primeros”, algo que (se cree) otorga relevancia, notoriedad, imagen de ser “bien informados” aunque poco hay de investigación de por medio y todo queda en quien tiene la mejor fuente que “filtre” el adelanto inmortalizador.

 

Eso sí, el club sale ganando a final de cuentas, medido esto en mercadotecnia, en aparición en medios, en menciones, todas sin costo. Y un factor que más tarde que temprano se hace factura a pagar. Ya veremos.

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