TRAS EL MURO, ¿AHÍ ESTÁN LAS FIGURAS?

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RINCÓN BEISBOLERO

Por: José Carlos Campos

9 de Marzo de 2021- Para algunos, no pocos, la calidad aumenta conforme se cruza “la línea”, esa barrera llamada frontera y que hoy parece importar muy poco. Nacer “allá” o “aquí” marca la diferencia pero, ¡ah, maravilla!, resulta que los antecedentes genealógicos ayudan a que tal circunstancia queda borrada.

Está muy en boga el movimiento “nacionalizador” mediante el cual se asigna la etiqueta de “mexicano” (ley en mano) a quien habiendo nacido en otro país sus antecesores (padres, abuelos,  bisabuelos si se puede), ya acomodados en las disposiciones que MLB ha impuesto para efectos de los clásicos mundiales.

El negocio (por llamarlo de alguna manera) del beisbol mexicano ha adicionado a lo anterior una condición ventajosa, claro, el acudir al Registro Civil de algún alejado pueblo del país, extrae un acta de nacimiento que puede y no sea muy legal y ¡listo!; se hace el milagro.

Por acá, los clubes sacan provecho de tales condiciones. O encuentran a un eventual jugador que en sus orígenes dice tener algo de mexicano o bien, buscan un pueblo con una oficina del registro civil a modo. La cosa está en pensar que tal vez, tras el muro está la calidad.

El recurso puede ser tan válido como las condiciones lo permitan, a lo mejor es preferible acudir a lo ya hecho que “gastar”  en el desarrollo del talento nativo que sale del barrio, del rancho o del, ese que durante años. Ha surtido a las ligas nacionales, al que han expoliado durante décadas y al que se desecha cuando creen que ya no tiene  que dar.

Y es que otear tras el muro puede ser más redituable, ¿no?

EJEMPLO- Tras la celebración de la Serie del Caribe celebrada en Mazarlán este año, irrumpió fuerte el nombre de Jarred Durán, un muchacho de 24 años nacido en Buena Park, California, localidad ubicada a menos de 200 kilómetros de Tijuana.

Duran saltó a la palestra luego de su accionar en la liga de Puerto Rico, adonde fue por indicaciones de los Medias Rojas de Boston, y su brillante desempeño en el serial latino con los Criollos de Caguas. El prospecto llegó a Mazatlán en calidad de potencial estelar de la pelota norteamericana y se fue como candidato a integrar la selección mexicana de beisbol.

El razonamiento radica en “la posibilidad” de que en su sangre haya rastros aztecas, de que sus raíces indiquen que su pertenencia esté en este lado del muro y no “por allá”. Además, allá sobran elementos, aquí andamos muy rabones. Además lo de hoy es acudir a los “derechos de la doble nacionalidad” así que se abre una buena opción para quienes por alguna razón no alcancen lugar en los puestos de figureo en Estados Unidos.

Y es que en el proyecto de selección mexicana del que se habla, lo que sobran son peloteros con rastros mexicas en su haber, jugadores a los que se han detectado esos antecedentes que los hacen considerar “paisanos”, al menor estilo de aquella primera hornada de mexico-americanos de los años Setenta que mucho lustre dieron a nuestro beisbol.

El recurso puede ser válido, tiempo de buscar lo ya hecho, no de hacer.

SALDAJE- Paulatinamente, este tema se irá disolviendo, se irán esfumando percepciones y ciertas fobias que surgían al calor de los debates en los que se encerraban, entre otras cosas, un falso nacionalismo o el manejo a conveniencia de posiciones. Alguna vez la federación mexicana de beisbol alzó la voz (a través del nefasto Alonso Pérez) en contra de acudir a los mexico-americanos.

Hoy las condiciones son diferentes, existe, dicen, una supuesta rectoría de un organismo oficial llamado PROBEIS y que es dirigido por alguien a quien no hace mucho se criticaba por ser mexicano no nativo, Edgar González, así que hoy es mejor recular, plegarse y mejor decir “los tiempos han cambiado”.

Total, ¿qué tanto cuesta reconocer, así sea de dientes pa´fuera, que “la calidad está tras el muro?

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