INTENTANDO HACER CRECER A LA LMB

EDIO CHIH

RINCON BEISBOLERO

Por: José Carlos Campos

 

19 de Abril de 2022- Arranca este jueves la temporada 2022 de la liga Mexicana de Beisbol, hecho que bien fuerza al júbilo de sus seguidores y que levanta la esperanza de aquellos que junto al viejo circuito, han tenido que sobrellevar las no pocas inclemencias que la pandemia ha causado.

 

Esperanzas que se advierten y se hacen casi obvias en plazas que han quedado distantes, algunas desde hace décadas, de obtener el triunfo total, que se han quedado rezagadas al no contar con cuadros lo suficientemente bien armados para encarar la competencia que se significa en esos pocos, muy contados equipos, que al grito de “chequera manda”, desde ya se apuntan como favoritos.

 

Predecir entonces la final de la historia 2022 de la LMB no resulta tarea ardua, así sea que hoy califiquen 12 de 18 cuadros y por eso el decir hoy que la meta es calificar a playoffs suene a meta muy barata, sumamente recatada.

 

Anotemos desde ahora que Monclova, Tijuana, Monterrey, Saltillo y Laguna como seguros protagonistas de los playoffs mientras que jugándose el sexto boleto estarán los mermados Mariachis, Tecolotes, Rieleros y Generales. Esto en la zona Norte.

 

Mientras, en la zona Sur los llamados a calificar serán Leones, Diablos, Pericos y Tigres, dejando para una zafacoca final la disputa por los dos puestos restantes entre Guerreros, Bravos, el Águila, Piratas y Olmecas, siendo así que se diga que esta es la zona de menor potencial competitivo.

 

Y como apunte final, la sospecha (duda) de si dos de estas 18 plazas en competencia este año estarán jugando su último año en LMB luego de que se dejan ver, ya anunciadas, dos nuevas plazas para el béisbol de verano en 2023.

 

DUDA. Lo anterior persiste luego de que la LMB diera a conocer que “existe interés” por llevar pelota profesional a Chihuahua y Querétaro, sin especificar si se trata de una eventual expansión o de una mudanza de plazas.

 

La primera sería una aventurada intentona de hacer crecer a la liga, que a nuestro ver no resulta necesaria y hasta suena exagerada. En todo caso, y esto es bueno, no sería una expansión dictada desde Palacio Nacional ni sometimiento a una “aspiración” (no decimos capricho) meramente personal.

 

La segunda sería reiteración de un fenómeno ya muy recurrente en la LMB, la migración de franquicias tuvo sus momentos de auge en los Ochenta y Noventa luego de que hubo empresarios que hicieron de este procedimiento un negocio altamente redituable. Esto fue gracias, en mucho, a la connivencia y permisividad (no decimos complicidad) del entonces presidente de la liga, Pedro Treto Cisneros.

 

Buena parte del porqué de la mudanza de franquicias se debió a los afanes de gobiernos estatales por “lavar” su imagen a través del deporte, erogando lana de los contribuyentes para ofrecer “recreación” (no decimos pan y circo) y acallar otros temas. Fue en todo caso, el origen de la aparición del dinero público en el béisbol mexicano, de los equipos subsidiados, algo que al día de hoy se mantiene como realidad incuestionable. Campeche y Tabasco son ejemplos palpables de lo anterior, desafortunadamente no los únicos.

 

DESEO- Ojala, y esto es un buen deseo, que los ánimos de llevar béisbol de verano a Chihuahua y Querétaro nazcan en la visión de empresarios de carene y hueso, no en los intereses de gobernantes agazapados detrás de prestanombres. Ojala que estás propuestas estén libre de tufos de dinero público y los previsibles efectos que esto conlleva.

 

Y al decirlo lo hacemos teniendo en cuenta que como muchas otras cosas, el béisbol no queda a salvo de los vaivenes transexenales, no libra demandas interpuestas por ministerios públicos ni dirigencias desde el exilio.

 

Sea expansión o mudanzas, lo menos que se desea para lo que venga en LMB es que nuevamente algunas plazas integrantes del circuito liguen su destino al devenir de políticos y sus visiones de futuro. Como para que se diga que Equis equipo es “legado” que deja Fulano o Merengano.

 

Y es que hay cada legado que ni a infamia llega (Duarte y Borge la piensan).

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