UN MECENATO EN ENTREDICHO EN LMB

HARP OAX

RINCÓN BEISBOLERO

Por: José Carlos Campos

 

22 de Febrero de 2023- La reciente designación impuesta por la cual fue exaltado al Salón de la Fama, recinto del cual el empresario es, digamos, su principal socio, no estuvo alejada del todo del sentido de la justicia beisbolera. No falta el catálogo de buenas acciones que Harp ha hecho en pro de este deporte.

 

Si acaso un “but”, el que hasta ahora nada ha influido para transformar la imagen de la LMB y que se sostenga hasta hoy como imagen visible de ese monumento a la ilegalidad llamada Multipropiedad. Diablos Rojos del México y Guerreros de Oaxaca son sus dos caballos en el taste.

 

Pero si algo debe agradecérsele a Alfredo Harp es el hecho de no haber sucumbido a la tentación de convertirse en el nuevo “cacique” de la LMB, de personificar al Gran Líder vestido de Patriarca que hiciera proseguir la ya larga tradición en el verano beisbolero.

 

En su lugar, mejor el papel de “Mecenas”, de una suerte de filántropo que se deja querer y con sentir y que le da la vuelta a los muchos y no tan pequeños problemas que tiene la liga, algunos cerca de llamarse escándalos. En lugar de arrogarse de poder y convertirse en factor de decisión, lo mejor es que se ha comportado como un socio más, así tal cual.

 

Eso cobra mayor relevancia hoy que la LMB se ve inmersa en otro nuevo suceso que agita las aguas y en donde, al parecer, se está dando una “rebelión en la granja”.

 

HISTORIA- Durante muchos años, el circuito veraniego se mostró como una liga que no supo estar sin un guía, sin un Moisés que los guiara a través del desierto. Durante décadas requirió de un pastor de altos vuelos para cruzar los agrestes escenarios que se le presentaban.

 

A finales de la década de los años Treinta, irrumpió Jorge Pasquel como un torrente, impetuoso, arrogante, decidido a hacer de las suyas. Hizo suya a la liga, aprovechó todos sus recursos (dinero, su amistad con el entonces presidente Miguel Alemán) para no solamente tener una buena liga sino, más que eso, que fuera incluso superior a las Grandes Ligas. En un espléndido y muy recomendable texto, el periodista John Virtue afirma “Jorge Pasquel sacó al béisbol mexicano de la rutina en que se había embarcado”.

 

Un Patriarca pues que tuvo intención, que se esmeró e hizo posible su objetivo.

 

De esa Liga Mexicana se habla como la Época de Oro, la irrepetible, la que ya nunca más.

 

SUCESOR- Se fue Pasquel y llegó el caos, la desorganización, el no saber qué hacer y en manos de quién depositar el control. No sería hasta cerca de los Sesenta que aparecerá Alejo Peralta, el industrial que puso su sello al equipo Tigres que nació en la hoy ciudad de México.

 

No pasó mucho tiempo para que se le erigiera el Patriarca y se les dieran facultades de cacique. Etapa señalada por la incongruencia: proyección al pelotero mexicano a costa de endurecer el trato, de no flexibilizar las consideraciones, de mantener la cláusula de reserva como la “llave de oro” y del “firmas o te mueres de hambre”.

 

El encanto se rompió en 1980 cuando la huelga de peloteros y el surgimiento de la ANABE. El Patriarca no cedió, la ganó la soberbia, se negó al diálogo y al entendimiento. ¿Acaso no era esa una de las potestades del “gran hacedor del beisbol?

 

MUTACIÓN- Tras la partida de Peralta, el cacicazgo institucional nefasto a través de un presidente de liga y los socios que contribuyeron a los años negros. Patriarcado chafa, el autoritarismo a ultranza como fórmula de conducción hacia el declive. Los años de Pedro Treto Cisneros como presidente de la LMB y las muchas historias que deberían contarse.

 

Tarde se hace para que se saque la basura de debajo de la alfombra. Tráfico de franquicias, peloteros en alquiler, apostadores comprando juegos, prohijamiento de la concentración de prospectos en pocas manos.

 

Y tras su defenestración, para muchos un alivio, la necesidad de que llegara alguien a ocupar el puesto totémico, aquel a quien se le pueda rendir la pleitesía porque representa el faro que guía y conduce a la tierra prometida.

 

Pero Harp, que se presumía era el Elegido, ha renegado del cargo, a cambio del uso de la multipropiedad, la inacción autoritaria, mejor ceder a la obliga institucionalidad que hoy parece ser sinónimo de una “cena de negros”. Que la Asamblea decida y que Horacio de la Vega se defienda solo.

 

Así son los tiempos.  

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