¿QUIÉN QUIERE SER UMPIRE?

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RINCON BEISBOLERO

Por: José Carlos Campos

 

28 de Abril de 2023- Varios lustros hace que celebrándose una “careada” entre equipos amateurs, un consuetudinario aficionado al beisbol se ofreció para fungir como umpire. El resultado fue tal y como se esperaba ya que aún antes de la tercera entrada ya tenía a ambos equipos como sus enemigos.

 

Que si breve la anécdota, aún tuvo secuelas: a partir de ese día aquel aficionado renunció a gritarle a los hombres de azul en los juegos de ligas profesionales a los que asistía. “Ahora los entiendo”, argumentó.

 

El beisbol surgió junto con la necesidad de tener quien juzgara su acontecer, no como adorno o como complemento sino como parte del mismo. Los umpires son elemento sin el cual el beisbol “no es ni sería”.

 

Puede usted echar a volar la imaginación, suponer un choque de pelota, sus jugadas, sus acciones y demás, todo se podría estructurar… todo menos que en ese juego no hubiera umpires. A querer o no, así debe ser.

 

Historias y anécdotas sobran, abundan, a veces no dan punto de reposo. Muchos cronistas y periodistas las adoptan como punto de referencia para emitir juicios, por eso hasta inventan algunas. Nosotros nos quedamos con aquella que habla de aquel incidente del aficionado detrás de home que no dejaba de gritarle lindura y media al umpire de home. Ya media juego y no se le acababan los insultos al iracundo aficionado.

 

De repente, en la mitad de una entrada, no apareció el de azul, no estaba sobre el terreno de juego, medio mundo buscándolo y ¡zaz!, que se aparece en las gradas, justo al lado del gritón. “Tanto grito quejándose es porque seguro aquí se ven mejor los pitcheos y las jugadas”, fue la justificación.

 

DE TODO- El que alguien quiera ser umpire nos parece uno de los misterios más inexpugnables que ofrece el beisbol. “Se trae en la sangre” dicen unos, “viene en la sangre” dicen otros. Alguna vez, en broma, un amigo nos dijo “es buena opción para ver de cerca los juegos y no pagar por entrar al estadio”.

 

Profesión sufrida y no pocas veces mal pagada, que al igual que para los peloteros, demanda sacrificios familiares y algunas otros circunstancias que se deben sobrellevar. En México, no hace mucho, se lidiaba incluso con la poca protección que se les daba en el terreno de juego, muchas veces siendo objeto de agresiones.

 

Se trae el tema a colación porque ciertamente, a veces los juicios sobre los umpires parecen sobrados. Sostenemos y reiteramos que pocos, muy pocos en verdad, aquellos que son capaces de juzgar verazmente el trabajo de estos hombres. Para hacerlo, se tendría que saber de reglas lo que ellos saben y aún más, sobre sus técnicas de trabajo.

 

Por eso es que a falta de conocimiento sobre esos aspectos, se prefiere acusar de “prepotencia”, “tendenciosos” o de “protagonismo”. Sí, es cierto, pero no en todos casos aplica. Hacerlo “muletilla” es buena excusa para la ignorancia.

 

STRIKES- Que si algún efecto provocan los umpires es el de que no pocos peloteros, managers y directivos los vean con una especie de delirio de percusión. Algunos abierta y otros secretamente afirman que “Fulano la trae contra mí o contra nuestro equipo”. La venden como idea que muchos la compran.

 

Que un umpire gane reconocimiento o respeto parece obra titánica, se les regatea tan recurrentemente que hasta raro o extraño suenan los elogios. Para ellos, si acaso, los cuestionamientos y peor aún, los insultos.

 

Pero lo peor es cuando más que eso, surgen las dudas o se pone en duda su honestidad, cuando se cuestiona su imparcialidad y se le acusa de deshonestidad. Pocos que reparen en que esas acusaciones son, más que nada, para el beisbol mismo.

 

Por eso, escuchar que alguien quiere ser umpire, más que burla, merece el aplauso que curiosamente, en público nunca se le dará.

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