BEISBOL MEXICANO: LA ALEGORÍA DEL ESPLENDOR

BEISMEX

RINCON BEISBOLERO

Por: José Carlos Campos

 

4 de Julio de 2024- Nos sorprende que por estos días se mantenga en un sector de los medios la narrativa que establece que el béisbol mexicano está atravesando “una época dorada”, invocando datos y sucesos que se consideran relevantes, mucho, y por ello colocan a este presente como históricamente relevante.

 

Lamentamos no poder coincidir, de plano.

 

¿De dónde y por qué considerar estos tiempos como una supuesta bonanza de nuestra pelota? ¿Qué hecho histórico puede ser enmarcado en oro y así ponerlo como indicativo de la supuesta grandeza de la que se habla?

 

Empezaríamos diciendo que si se habla de un supuesto “boom” de peloteros mexicanos que participan en Grandes Ligas los números indican cierta pobreza, así sea que se incorporen a la narrativa lo que hacen los adoptados como mexicanos gracias a las leyes y a la moda de aceptar el “made in USA” como sinónimo de “hecho en México”.

 

Tal vez, solo tal vez, lo que está haciendo Isaac Paredes con Tampa Bay les resulte suficiente para soltar el ditirambo pero hasta ahí, se tiene que acudir a hurgar lo que hace Randy Arozarena para completar el escenario. Del resto apenas destellos, algunos esbozos. ¿Arribo de nuevos paisanos en la Gran Carpa? Apenas la llegada de Valente Bellozo con los Marlines de Miami, debut bueno con retorno a la triple A.

 

¡Ah! No falta quien cite como como detalle grande del eventual “esplendor” que a México lo ubican como el segundo lugar en el ranking mundial, solo por debajo de Japón y mire que esto no es poca cosa. Segundo lugar, medalla de plata por encima de Estados Unidos, Corea, Venezuela, Holanda, Cuba, Dominicana, Panamá, Australia y Puerto Rico. Segundo lugar, carajo.

 

LIGAS- Y casi por compromiso, a lo que se redacta como “gran momento” se le agrega lo que se está viviendo a nivel casero, agregando calificativos (de sobra) para la actual temporada de la L(a)MB a la que se trata de llenar de toda clase de virtudes. O sea, la llegada de Trevor Bauer y de Robinson Canó no lo es todo.

 

Se colocan signos de admiración a lo que se está ofreciendo como espectáculo, se le eleva a nivel de película ganadora de un Oscar y nadie que ose ya cuestionar que el esfuerzo hecho ha sido a costa de sacrificar, pensamos, gran parte del futuro.  La extranjerización de que ha sido objeto tiende a sacrificar al menos a una camada de peloteros nacidos en México, a pulverizar el surgimiento de estelares nativos de este deporte y a promover la nula identificación del aficionado con los protagonistas, a muchos de los cuales solamente verán por una o dos temporadas como máximo.

 

En la cima de la narrativa las cifras que revelan impacto: millones de asistentes a los estadios, millones de seguidores a la TV, millones de seguidores a las redes sociales. Vamos, uno creería que  8 de cada 10 mexicanos están atentos a lo que sucede a diario en la liga y, claro, esto debe atribuirse ala época de esplendor.

 

Ojala fuera cierto el panorama y que los redactores de la historia no tengan necesidad de inventar más alegorías.

 

TOUR- La liga Mexicana (esta sí) del Pacífico recién anunció que de nueva cuenta va a darse una vuelta a la ciudad de México en su postemporada, teniendo como objetivo presentar a cuatro de sus equipos en tierras chilangas. No es mala idea.

 

Utilizarán el estadio “Fray Nano” de la capital y ahí presentarse Cañeros de Los Mochis, Venados de Mazatlán, Charros de Jalisco y Sultanes de Monterrey (versión invierno) en lo que nos luce en un “catering”, esto es, que los aficionados capitalinos tengan una pizca del aroma que destila la pelota invernal.

 

Y no, no vemos en este esfuerzo promocional ningún tinte de empeño por hacerlo ver como una acción comparativa, de que se advierta lo que es una y otra liga. El pastel alcanza para todos.

 

Pero al menos servirá, esperamos, para que el aficionado se reencuentre con jugadores a que este verano se les obligó a encuevarse y esperar mejores tiempos. Parafraseando a un cercano, posibles luminarias a las que se les forzó a pagar por un rato su brillo.

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