RINCON BEISBOLERO
Por: José Carlos Campos
4 de Diciembre de 2024- Se da por buena la versión de que Robert Manfred, comisionado de Grandes Ligas, trae en mente sumar un proyecto más a sus iniciativas por darle, según esto, una nueva cara al béisbol. Ya se sabe que Manfred parece una máquina de invenciones que, dicen, de algo han servido para “atraer nuevas audiencias”.
Lo suyo parece estar dirigido, en primera instancia, a recortar la duración de los encuentros y con esto hacer que el juego sea más digerible para el aficionado de nuevo cuño, aquel que busca opciones de entretenimiento que duren menos y que ofrezcan chance de hacer más cosas a seguir vía celular, tablets, laptops y similares.
La idea a botepronto parece una locura; consiste en que cualquier equipo que vaya perdiendo tenga la oportunidad de llamar desde la banca a cualquier jugador para que tome un turno al bat, lo haga y el jugador sustituido siga en el juego. Así de sencillo. Una nueva forma de ver al emergente.
No, no está nada bien si es que nos atenemos a la naturaleza del juego y al espíritu de las reglas aún vigentes.
Sería, de aprobarse, una nueva expresión de la intención última por desnaturalizar el deporte, algo que lejos de apludirse es para repudiarse.
PROTECCIÓN- Pareciera que más por verse como una más de las reglas no escritas del beisbol, al menos en México, históricamente se observa como el periodista acata eso de callar todo lo que pueda verse como actos “secretos” del pelotero. El beisbolista ha llegado a ver esta situación como algo fuera de discusión: “si me ves, ni me conoces”.
Hace ya varios años, en plena noche del 31 de Diciembre, estábamos en un bar recibiendo el año nuevo cuando llegó al lugar un pelotero conocido, acompañado por una dama también conocida, que no era su esposa, ambos pasados de copas y al instante que el jugador nos vio de inmediato se llevó el dedo índice de la mano derecha a la boca: una especie de recordatorio de la “ley Omerta” o recordatorio tal vez de que el silencio es la mejor estrategia.
Año atrás, periodistas que en Culiacán se topaban en cantinas y bares a beisbolistas, llegaban a departir y así surgía no tanto amistades sino complicidades.
Así como a nosotros, varios colegas seguramente han pasado por momentos similares y podemos casi asegurar que la reacción ha sido la misma: callar y echar al olvido lo atestiguado.
Sobre eso hoy reflexionamos al enterarnos de que Jesús Fabela fue detenido por una acusación que se entiende como grave.
JUICIOS- Hacen bien los clubes Diablos Rojos de la LMB y Tomateros de la LAMP en emitir boletines donde especifican que no harán señalamiento alguno hasta no se emita una decisión oficial, que indiquen las autoridades el veredicto concluyente.
Hay quienes reaccionaron de inmediato y desde su laptop o PC emiten condenas de antemano o bien, caso contrario, se lanzan contra el periodista que dio a conocer la noticia, como si algo le tuvieran que reprochar. El periodista, por antonomasia, está para relatar los hechos, no para prejuzgarlos.
ES lamentable la situación por la que está atravesando Fabela, así lo sentimos, más allá de si resulte o no culpable de lo que se le acusa pero al igual que los clubes a los que pertenece, nos habremos de esperar a que las autoridades judiciales emitan una decisión final. Decimos esto porque no dudamos ni tantito que existan quienes desde ya sueltan sus dardos en favor o en contra del pelotero, que metan aguja para sacar hilo y hasta elaboren notas con información “exclusiva”. Así se las gastan.
Y que no salgan con que en Estados Unidos se actúa de otra forma, porque eso es como decir “es que antes estábamos peor”.