RINCON BEISBOLERO
Por: José Carlos Campos
11 de Marzo de 2025- Años atrás, recordamos a viejos cronistas capitalinos que se desgañitaban, se desgarraban las vestiduras y se echaban ceniza encima al enterarse de que en la liga Mexicana del Pacífico se autorizaban hasta siete extranjeros por equipo. Y peor era su patatús al saber que en “su” liga Mexicana de Beisbol se autorizaban cuatro.
Recordamos al ya desaparecido Alejandro León casi gritando en sus columnas “nada más falta que contraten umpire extranjeros”. Eran tiempos en que parece que el verano mexicano se disfrazaba con el nopal en la frente y por ello su mantra de que en esa liga “nacían las estrellas” y la cantaleta de ser “un béisbol de desarrollo”.
Todo centrado en el aspecto central de su entonces plan de negocios: encaramados en un inexistente acuerdo con Grandes Ligas, sostener un absurdo monopolio exportador de pelotero a Estados Unidos y actuar así con la mayor impunidad para obtener beneficios económicos y deportivos para tan solo un grupo reducido de equipos.
Ya en ese entonces, finales de los Ochenta y la década de los Noventa, se asomaban incipientes intentonas por cerrar el círculo sobre el llamado “mercado interno” que no es otro más que el impune manoseo de peloteros no susceptibles de exportar.
EXPRESIÓNES- A la par del rompimiento de lanzas con MLB que un poco tarde descubrió que la LMB había vivido muchos años del cuento del supuesto acuerdo y con ello beneficiarse en gran medida, en detrimento del pelotero local, el circuito mexicano decidió enfilar sus baterías para atacar otro “modelo de negocios” en el cual, ahora sí, el mercado interno fuera atendido de otra manera.
Desde hace años la producción y el infundado desarrollo de pelotero ha dejado de ser tema prioritario para la LMB, lo de hoy es acudir al ambiguo tema de los jugadores de doble nacionalidad y a lo que hemos llamado la “extranjerización” de la liga. Con el pretexto de la globalización y la aspiración de mejorar la calidad competitiva, las plantillas se llenan de pelotero importado y se han olvidado de dar una supuesta prioridad al pelotero nacional.
Viendo así las cosas, ni quien se espante de que los Diablos Rojos del México hayan anunciado, sin rubor alguna, que en su lista de invitados hayan sido incluidos 29 jugadores no nativos. Tal parece que ahora al pelotero mexicano es al que hay que denominar como refuerzo.
CUESTIÓN- Ni se crea que esto de traer a un amplio grupo de foráneos es un desperdicio de recursos del club, se trata de una práctica que entre líneas conlleva una intención clara y evidente de orden económico.
¿Cuántos de esos 29 importados se quedarán en el equipo? Puede que sean 13, 14,15…diga usted la cifra, aquí lo que importa es lo que sucederá con el resto. SI decimos que se quedarán en México, tal vez le estemos atinando porque la intención de Diablos (y otros) será actuar como una especia de intermediarios y vender a los clubes con menor acceso a recursos a esos peloteros no aceptados por quine los trajo.
No será nada raro ver en semanas a peloteros que salten de un equipo a otro, que los “vendedores” se dediquen a colocarlos a los equipo menos favorecidos deportivamente y con el pretexto de “ayudarlos”, les vendan (renten o alquilen) a los que no tuvieron cupo en sus rosters.
Así se atiende al mercado interno, así le ponen gasolina a un motor ya estaba gastado y disfrazan su desdeño a lo que tiempo atrás era so enfoque central: el pelotero nativo como centro de sus afanes agazapados con la excusa del desarrollo.
Después de todo, cumplir cien años casi exige aprender mañas nuevas, ¿no?