AHORA, EL TORO SERÁ EL DE LA FAENA

Toro6

RINCON BEISBOLERO

Por José Carlos Campos

 

16 de Agosto de 2019- A quienes esperaban que cayera del trono Javier Salinas, el cuete les tronó en la mano. A quienes avizoraban un rompimiento, se les cebó la chinampina. La LMB optó por medidas de maquillaje por el utilitarismo y hasta digamos que hubo cierta clase en las medidas no anunciadas.

 

Junta de jueves 15 en las que las nueces abundaron en aras de acallar el ruido. Que si la embarcación (panga) parecía hundirse, nada mejor que usar chicle para tapar los orificios por donde se metía el agua.

 

Primero, ¿despedir a Salinas? ¡Nahh! Mejor revivamos el peraltiano puesto de “Alto Comisionado”, sin poder de facto pero que sea pedrada con el que mueran dos pájaros. Por un lado, el Toro es inmejorable interlocutor ante Grandes Ligas, credibilidad asegurada además que Rob Manfred no le hará el “feo”.

 

Mejor eso que tener a Salinas abogando sin que nadie lo escuche, minada su capacidad de negociación la cual ni siquiera hacia el interior de la liga ha sido efectiva. Mejor que sea Valenzuela, que con su puro apellido puede y haga milagros además que, de rebote, sería mejor puente de entendimiento con PROBEIS y Edgar González.

 

Y todavía más, a nivel interno ni quien se atreva a cuestionar la integridad del exligamayorista, ni quien se atreva a ponerse en su contra.

 

Ya desactivada esa bomba, agreguemos el cederle los bártulos para que sea el Toro el responsable del área deportiva del circuito, responsabilidad que otros habrán de operar pero servirá para aquietar los ánimos del grupo al que se presume pertenece el dueño de los Tigres. Total, no quien cuestione al grupo en el poder su es que el Comisionado es “imparcial”.

 

Desactivación número dos completada.

 

¿DEGRADACIÓN?- El nombramiento (¿por aclamación?) de Valenzuela deja de lado que en ello se signifique, a ojos vistos, no una descarga de responsabilidades para Salinas sino una eventual y silente degradación. Ahí se ve lo que el grupo en el poder cedió: le quitamos carga, lo dejamos de presidente. Todos contentos.

 

El que se presumió CEO ahora deberá fungir como un presidente ejecutivo acotado, con dos “guardias” que presuntamente habrá de blindarlo ante el desgaste del cargo: un comisionado y un grupo de dueños que, reformado el jueves, presenta una integración más “democrática”.

 

Esto es un buen tema: se anuncia la creación de una comisión para “relaciones de la Liga” que con su sola denominación, hace saber que las cosas no andaban bien entre los socios y que éstos lo reconocieron.

 

Así, de ahora en adelante estará Érick Arellano, Francisco González Albuerne, Fernando Valenzuela Burgos y José Miguel Bejos al pendiente de que el “fuego amigo” sea matizado (difícil erradicar), que el lanzamiento de misiles sea visible y en su caso repudiado y más esperanzador, que se identifique a los autores del clima de animadversión. (Identificar a los medios es muy sencillo).

 

¿REFORMAS?- Todo lo anterior servirá de marco para que puedan avanzar en los más álgido de la agenda: las profundas reformas que algunos quieren aplicar a los estatutos y a los reglamento que norman a la LMB. Ahí está mucho del “quid” de la cuestión hasta hoy vigente y que por muchos motivos “tocó” a Salinas.

 

Esto es, la asamblea de dueños maquilló el ambiente, modificó los puntos incómodos y trabajó para crear condiciones de negociación más amplios para los bandos en pugna. Javier Salinas era pretexto, no factor.

 

Lo que se decidió no fueron grandes anuncios sino que básicamente, en la LMB lo que hicieron fue “comprar tiempo”, demorar decisiones que podían ser costosas y con el tiempo convertirse en gravemente erróneas.

 

A lo mejor alguien recapacitó y dijo “ya es hora de saber ser socios”.

 

Por lo pronto, al Toro le tocará hacer la faena y con ella, pronto hacer olvidar la irrupción de Salinas en ruedo, que la verdad no pasó de ser un espontáneo por no decir que de peón de brega.

 

Ambos grupos cedieron algo, no se sabe qué tanto, pero al menos ante las audiencias mandaron un tibio mensaje de unidad, echaron mano de recursos propagandísticos y al menos por un día lograron que las miradas se fijaran en las formas y no el fondo.

 

Puede y que así haya sido de rebote, y así como en 1980, Fernando Valenzuela haya “salvado” a la LMB del descrédito.

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