LAS AGRESIONES, “CUESTIÓN DE RESPETO”

SUK PUK2

RINCON BEISBOLERO

Por: José Carlos Campos

 

13 de Enero de 2020- Las imágenes recorrieron el mundo, lo sucedido en Venezuela, en un juego de la liga de béisbol profesional de ese país, nos hizo remontarnos de inmediato a muchos años atrás, a cuando en una noche fría de los años Sesenta en Culiacán, atestiguamos con azoro lo que para nosotros era el primer incidente “bochornoso” en el béisbol.

 

Un lanzamiento descontrolado de Manuel “Vizconde” Lugo, relevista de los Naranjeros de Hermosillo, se impactó de lleno en el casco del tercera base de los Tomateros, el veracruzano Roberto Ortiz. En el estadio semivacío se escuchó no solamente el sonido del fuerte impacto del pelotazo sino aún más, la voz del cronista Agustín de Valdez exclamando “¡pelotazo en la cabeza!”.

 

Brinca el flashback de hace más de 50 años al presente para con en el mismo o mayor azoro, ver como no es ahora un pelotazo sino la agresión que hizo el bateador Alex Romero al cátcher Gabriel Lino, golpeándolo con el bat. La escena puede llenarse de todos los calificativos posibles.

 

Se entiende que un bateador reaccione luego de recibir un pelotazo, máxime si este deviene de un lanzamiento que llega a más de 150 kilómetros por hora y más aún si identifica que el pelotazo le fue recetado de manera intencional. “Con mi integridad física no te metas”, parece ser el motor de la reacción.

 

Pero, ¿agredir con un bat directamente a un compañero de trabajo, írsele encima con toda la mala intención de hacer daño a causa de un daño que no recibió?

 

Algo se está saliendo de foco en el béisbol de nuestros días, en donde lo mismo vemos como se apresuran a llenarlo de las innovaciones vigentes en el mundo digital pero al mismo tiempo, se aferran a retener las tradiciones añejas como esa de ordenar y recetar pelotazos por cosas de “orgullo y respeto”.

 

CENSURA- Bajo ese prurito, el del “respeto”, es que el béisbol parece ser deporte solo para mimos o esfinges, en donde las únicas emociones válidas son el llanto o el dolor… por un pelotazo.

 

Se puede ver, y aplaudir, que en golf se festeje un hoyo en uno o un putt desde 6 metros; que el futbolista festeje como quinceañero un gol; que en el basketbol una canasta sirva para alharaca y media; que un touchdown en el futbol americano sea motivo para equipos dancen cual ballet ruso..

 

Pero en el béisbol queda prohibido que un bateador festeje un jonrón o que un pitcher se autoexalte al recetar un ponche. “Es una falta de respeto”, se dice y quien infrinja la norma, debe esperar el castigo que la tradición manda: un pelotazo es el látigo imaginario con el que se castiga.

 

Poco se puede hacer ante lo que parece ser el gran peso de esa añeja y sólida tradición. Y ya se ve que en sus secuelas, par de batazos sobre la humanidad del cátcher solamente se consideran “reacciones” a este jueguito llamado “no me faltes al respeto”.

 

SEMIS- Quién sabe si los Venados de Mazatlán podrán recuperarse de la dolorosa derrota del  domingo ante los Yaquis de Ciudad Obregón, revés originado en fallido trabajo de un bullpen que antes no había dado señales de debilidad.

 

Estamos en la etapa de semifinales, ya iniciaron las acciones, con Yaquis y Tomateros ganando los primeros juegos que sin ser definitorios, al menos marcan tendencia. Por eso es que aún y que hayan repetido los ganadores, en el cambio de sede podrá verse la realidad de ambas series.

 

Así, se podrá apreciar al pitcheo porteño en su elemento natural, tanto como el poderoso bateo de los Cañeros, con todo y que el pitcheo de los Tomateros no sea aparentemente, lo frágil que resultó el de los Charros.

 

Estamos en la parte álgida der la campaña, aquí está lo bueno.

 

DESPERDICIO- En son de broma, diríamos que aventar cerveza es crimen y pecado capital. Ya en tono serio, que algunos aficionados asistentes al estadio de los Yaquis el domingo hayan aventado líquido ambarino a los peloteros de los Venados es, esto sí, una falta de respeto que amerita más que el gansiano “jalón de orejas”.

 

Nadie que les aplauda el supuesto y muy aldeano ritual, mucho para lamentarlo y criticarlo. De lo que sigue, el club local y la LMP tienen la palabra.

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