RINCÓN BEISBOLERO
Por: José Carlos Campos
15 de Abril de 2020- Sería interesante conocer cómo es que más de ser una tradición de años, se pudo crear una evidente la sinergia entre el beisbol y la música. No es solamente pensar en que ahora se le pone al bateador en turno su canción preferida, hay algo mucho más de fondo en la historia.
Sí, claro, que la cultura popular es tiene rastros en vastedad sobre este asunto, que un repaso somero nos hablará de que existe un amplio catálogo que incluye “Talkin’ Baseball” (Willie, Mickey And «the Duke»), de Terry Cashman; “Centerfield”, de John Fogerty; “Tessie” de Dropkick Murphys; “Glory Days” de Bruce Springsteen de 1984, Joe DiMaggio Done It Again de Billy Bragg; “Say Hey” de The Treniers; “The First Baseball Game” de Nat King Cole o la genial “Did You See Jackie Robinson” del gran Count Basie.
Si usted quiere, puede usted agregar tal vez «Pelotero a la bola» o si gusta, «Pobre Soñador» del TRI (me ponchas o me haces batear de jonrón»).
Pero todo buen aficionado a la pelota seguramente tendrá en sus mejores reservas de memoria alguna melodía que se asocia con el beisbol, El ejercicio no suele fallar.
En nuestro entorno regional, cuentan los viejos de la comarca que en los años de la vieja Liga de la Costa, en Culiacán asistían a todos los juegos los integrantes de una banda regional que a mitad del séptimo inning, se levantaban de sus asientos con sus instrumentos (básicamente de aire) para hacer sonar las notas de la canción que identifica a la ciudad, una bella composición de Enrique Sánchez Alonso, el “Negrumo”.
Detalles como para imaginar que si el beisbol de hubiera inventado en Europa en el siglo XVIII, Mozart y Bethoveen capaz y hubieran compuesto dos que tres sinfonías, o mínimo dos opus, alusivas al juego de pelota.
PERSONAL- Que si se tratara de un recuento personal, diríamos que nuestro primer encuentro con el beisbol se dio bajo los acordes de alguna rola de The Beatles, que en eso ayeres colaban éxitos hasta en Radio Rancherita.
En la década de los Setenta el rock “pesado” era lo que rifaba y nos tocó conocer a no pocos peloteros que se identificaban con Credence Clearwater Revival antes que con lo que dejaron Cesar Costa, Enrique Guzmán, Alberto Vázquez o Angelica María.
Había dejos, claro, de lo heredado por Pedro Infante o los retozos de voz ronda de David Reynoso. Contaba el inmortal “Huevito” Álvarez que el otrora receptor Rodolfo “Rudy” Sandoval se llevaba al estadio una guitarra para no dejar pasar el tiempo sin entonar alguna rola de Javier Solís.
Hacia los finales de los Setenta, el ambiente musical se llenó de música disco y las charlas beisboleras se ambientaban entonces con canciones de Donna Summer y de Gloria Gaynor, todo con tal de darle la vuelta a John Travolta o a Olivia Newton John.
Y llegó el 1980, en el stereo del carro modelo “Gremlin” del amigo Alejandro Soriano sonaba “La Pantera”, escuchábamos “Sailing de Christopher Cross y ahí venía “Coward of the county” de Kenny Rogers. Desde ferrocarril de Cuernavaca en Polanco hacia avenida Cuauhtémoc, íbamos al juego Tigres-Diablos. El juego se canceló al estallar la huelga de peloteros, “La Pantera” nos recetó “Funkytown” de Lipps Inc.
VIAJE– Los noventa trajeron el arribo de la televisión por cable a nuestros rumbos y así, presenciar en vivo como Hary Caray entonaba en la séptima, en el Wrigley Field de Chicago, “Take Me Out to the ballgame”, que en sí es ya como un himno que en México trató de ser traducido y fue despedazado con versiones locales más que infumables.
Los sonidos caribeños se acentuaron en nuestro record personal, se mezclaron con los sonidos del rock clásico que guardamos y con los embates del rap que se empezó a poner de moda. No pocos jugadores de Estados Unidos llegaron con equipos individuales de sonido, de audífonos moda que se popularizó para individualizar gustos de los deportistas que de alguna manera, se mudó hacia las aficiones.
Del 2000 a la fecha, nada para tener presente. Muy nuestra decisión de eliminar de toda lista de canciones cualquier signo del esperpento llamado Reagetton y lo que tipos con sombrero y botas perpetran eso que denominan música regional.
Como si fuera poker, “un “pase” es elegante.