El Rincón Beisbolero

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RINCON BEISBOLERO

Por: José Carlos Campos

 

18 de Febrero de 2022- Justo en medio del cierre patronal en vigencia, el béisbol ligamayorista se dio un tiempo para alcanzar el espanto al saberse de la comparecencia de cuatro peloteros hicieron ante un juez en Texas. Y de dicha comparecencia emergió la revelación de que no solo un exempleado de los Angelinos de California surtía de drogas a los deportistas sino que aún más, uno de los comparecientes, el pitcher Matt Harvey se encargó de proveer de drogas a sus compañeros.

 

Todo reunido alrededor de la muerte del pitcher fallecido Tyler Skaggs, cuya muerte está relacionada precisamente a una sobredosis de fármacos, de los cuales era provisto precisamente actuando como pelotero.

 

El caso es para el escándalo, para reiterar lo que ya es muy sabido y para nuevamente poner en la picota del ridículo el supuesto programa antidoping que supuestamente MLB ha implementado desde hace años. A lo que se ve y sabe, ha sido una burda simulación.

 

Puede y a Harvey haber reconocido lo que reconoció le cueste su carrera. No es asunto menor no solamente reconocer que fue proveedor de Scaggs sino que abriera de nueva cuenta la caja de Pandora en el tema del uso de drogas en el béisbol profesional.

 

Por un lado, aparece de manera recurrente el tema del dopaje, del uso de sustancias para mejorar el rendimiento, tema que ha dado pie para hablar de una “era de los esteroides” y que aún hoy se mantiene vigente. Cierto, solo se acude y se revelan casos de “peces chicos”, que a los “peces grandes” la factura de les cobra en el Salón de la Fama.

 

TROPICALIZANDO– Siendo que aquí en México la opción siempre es amoldarse a lo que se hace en Estados Unidos, desde hace algunos años esa famosa “guerra” contra el doping ha venido a mucho muy menos. De aquella cruzada de la cual hasta se envanecían los dirigentes, hoy no quedan sino las silentes facturas de las que se hacen cargo los clubes: si alguien resulta “positivo, pagar cinco mil dólares “limpia” el pecado y que siga la fiesta.

 

Se encharca así la historia de tantos años, historia encerrada entre telones y de la que nadie habla ni mencionada nada porque, cliché a la vista, “es una falta de respeto” a los involucrados.

 

Lejanos los tiempos en que, por ejemplo, a finales de los años Setenta, llegaban a la ciudad de México los Plataneros de Tabasco y en un piso del hotel “Saratoga”, desde lejos se podía percibir el inconfundible olor a marihuana que emergía de la habitación de aquel outfielder exligamayorista, quien era poco afecto a compartir sus particulares gustos.

 

El mismo expelotero quien fue protagonista de una especie de “razzia” que hizo la policía de un estado del Sureste a un hotel donde se hospeda su equipo y que obligara a que todo el producto a consumirse se tuviera que verter, para su desaparición, por el inodoro.

 

No había en ese entonces política antidoping, solo era el dejar pasar, el dejar hacer.

 

Y queda hasta para recordar como en invierno, varios han sido los peloteros, tanto extranjeros como nacionales, que se han sido dados de baja, casi en silencio, tras hacer mostrar resultados positivos en el antidoping. Por ejemplo, el infielder mexicano, aún en activo, que tuvo que ser dado de baja por consumo también de yerba.

 

COLOMBIANO– Seguramente se recuerda cuando el Grandes Ligas, en ese tiempo, no “ex”, el colombiano Orlando Cabrera llegó en el año 2000 a jugar con los Tomateros de Culiacán. Venía fresco y “limpio” de todo pecado tras haber actyado ese año con los ya desaparecidos Expos de Montreal.

 

En uno de los primeros juegos en los que vió acción, el shortstop que en 2001 ganara Guante de Oro en las Mayores tuvo una noche trágica al cometer tres errores, dos de ellos en la misma entrada.

 

Al día siguiente, reconoció a los directivos del club guinda que “alguien” en los vestidores le ofreció “greenies” y eso, reconoció, lo alteró en demasía.

 

Cosas que se guardan en la memoria.

VESTIDORES– En la época en que se “compraban” juegos en la LMB, en los años del auge de los apostadores, cuando llegaban los Ángeles de Puebla a la ciudad de México, ya se sabía que Willie Aikens era tentado con droga, no con dinero, y que las entregas se habían en los entonces sacrosantos vestidores.

 

Ahí en donde se incuba la historia de cómo los jugadores que llegaban de Estados Unidos pedían a masajistas y traines que les consiguieran las “greenies”, las anfetaminas ya muy en boga en USA. Los vestidores, después de los juegos, ofrecían un panorama casi de desastre: bates, guantes, gorras, alguna que otra lata de cerveza y montones de pastillas desperdigadas, a la vista de todo el mundo.

 

Y por eso la regla ni escrita de que “lo que pasa en los vestidores, no sale de los vestidores”.

 

Y hoy, parece, no son otros tiempos, si acaso, nada más se limpia un poco más y mejor el cochinero.


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