RINCON BEISBOLERO
Por: José Carlos Campos
22 de Febrero de 2022- Qué difícil resulta plasmar con palabras el pesar. Murió Jaime Blancarte Pimentel, un personaje en toda la extensión de la palabra para el béisbol mexicano, por mucho y para muchos.
Vivaz, dicharachero, carnavalero, optimista, un tipo que mucho aportó al espectáculo deportivo profesional de nuestro país.
Nos tocó conocerlo en 1989 cuando ya en Culiacán, nos buscó para que le pudiéramos aclarar el porqué de nuestra postura crítica a los Tomateros (“pero en buen plan”, nos dijo”). “Al señor Ley le interesa conocer tu posición”, nos trataba de convencer.
Más tarde sabríamos más acerca de Jaime, de sus andanzas, de sus evocaciones, de cuando sus incursiones como empresario de la gastronomía en su natal Mazatlán, de su paso como presidente de los Venados, entre otras facetas que tuvo en vida.
No se cansaba de rememorar que fue gracias a él que en la LMP se vieron muchas figuras en el puerto,, del nivel de aquel “doble cero” Jeff Leonardo del exmanager de Grandes Ligas Ron Washington. Muy su orgullo.
¿Cómo es que llegó a los Tomateros Jaime Blancarte? le preguntamos alguna vez a don Juan Manuel Ley, “al tiempo nos diría el magnate “fue el único cabrón con los tamaños para oponerse a mí en una junta de liga…y ganarme la discusión”.
Imposible no recordar hoy al abstemio Jaime, aquel que en Monterrey, luego de dos “clamatos” se sentía mareado y presumiendo su borrachera oyó al mesero decirle “¿ahora sí le ponemos alcohol al trago, señor?”.
OVEROL– A Jaime Blancarte hay que colgarle muchas medallas, que las merece. Su aporte al béisbol fue vasto, aún en pequeños detalles.Y es que fue un real alquimista beisbolero.
El hombre al que algunas veces pudimos ver arreglando un terreno de juego afectado por la lluvia (quemando gasolina al estilo de los tiempos) fue coautor de la gran transformación que se dio en Culiacán y en Saltillo al béisbol; sentó bases para que lo mismo sucediera en Guasave, marcó precedentes para que en Mazatlán resurgiera el orgullo por este deporte tras lo logrado en la liga de la Costa y muy particularmente, fue responsable directo de la hasta hoy reconocida como la mejor serie del Caribe de la historia, la celebrada en Culiacán en 2001.
Para Tomateros, no queda duda de que fue gracias a él que se logró armar la dinastía más relevante en la historia del cub, la de mediados de los años Noventa, años en que logró conjuntar a un grupo de notables figuras que hoy son referentes en la tradición guinda.
Y son varios, cientos lo más seguro, los peloteros que hoy estarán lamentando su ausencia física. La bonhomía paga dividendos.
ADIOS– Se antoja muy complicado que en el béisbol mexicano se vuelva a repetir un”1-2” directivo como el que formaron don Juan Manuel Ley y Jaime Blancarte, con tantas diferencias entre ambos que al final se hacía acuerdos.
Como pasó en los finales de los Ochenta cuando JML sostenía que no le gustaban los taponeros de color y Jaime trajo a un pitcher de nombre Calvin Jones. Vino un juego contra Venados, en Mazatlán, entra Jones y Francisco Cervera le conecta jonrón. Eran playoffs, se reanuda la serie en Culiacán y nuevamente, Cervera se la bota ante Jones. En su palco, JML se voltea y le espetó lo que se hizo un clásico: “ya ni la friegas, Jaime”.
Y es que en cada mal paso tanto de Tomateros como de Saraperos tenía que haber un “ya ni la friegas”, como aquella vez que para darle uso a la pantalla gigante del remodelado estadio “Angel Flores”, Jaume propuso exhibir la película “El Novato del Año” y al no poderla conseguir exhibieron “el Rey León”. Resignado, don Juan Manuel solo le espetó un subido de tono “ya ni la chingas, Jaime”.
Tal vez ahora estos dos grandes personajes se vuelvan a reunir y tramen una más de las maravillas beisboleras que en vida lograron ambos. Capaz y coinciden en donde hoy se encuentren.
Hoy es día para lamentar que Jaime Blancarte ya no esté entre nosotros. Se te va a extrañar como se le extraña a los hombres buenos y positivos. Y tal vez te diga don Juan al verte por allá “ya ni la friegas, Jaime, llegaste temprano”.
Hasta siempre, Jaime. Hasta siempre.