RINCON BEISBOLERO
Por: José Carlos Campos
28 de Febrero de 2022- A más de que hoy se dio como noticia que nuevamente no se dio un acuerdo entre las partes y por ende, no hay visos de que haya temporada 2022 de Grandes Ligas, lo que levantó olas fue el comunicado mediante el cual Derek Jeter anunció que no será más accionista ni CEO de los Marlins de Miami.
De fondo, el anuncio deriva de la sensación de que el club no comulgaba del todo con el expelotero, que no compartían las mismas ideas y proyectos y ante ello, Jeter mejor dijo “me voy a otro lado con todo y chivas”. La otra interpretación es que en velado apoyo a los peloteros, como mensaje entre líneas que está del lado del jugador, Jeter decidió renunciar.
Pudiera decirse que el célebre exparador en corto acaba de comprobar eso de que no es lo mismo ser borracho que cantinero, que eso de ver los toros desde la barrera, arriesgando dinero propio, no es tarea que cualquiera puede ser y hacer. Lo ha vivido en carne propia, ya no es cosa de que alguien se lo cuente.
Lo cierto es que era por todos sabido que la franquicia necesitaba más de Jeter que éste de los Marlins. El club necesitaba no su sola visión sino ante todo de su nombre e imagen, algo poco sostenible para quien llegó con la intención de cambiar las cosas desde una perspectiva más acorde a lo que vio y vivió como pelotero.
Ahora, Jeter nos podrá platicar como estas dos visiones son al parecer incompatibles, se divorcian en el camino porque caminan rutas diferentes.
TEMA– A querer o no, lo anterior nos lleva a reflexionar acerca de lo que hace a alguien motivarse a hacerse directivo, más allá de verlo como un negocio en donde, presumiblemente, dinero llama a dinero. Cierto es que las Grandes Ligas son un gran negocio, de muchos miles de millones de dólares, y en el cual las ganancias pueden ser muy atractivas.
Pero en GL se vive una realidad que no permea en otros países, México por ejemplo.
Aquí por años de ha buscado que el béisbol sea gran negocio, como lo es por ejemplo el futbol. Muchas décadas han transcurrido en esta búsqueda, han aparecido gran número de empresarios buscando lo que parece ser una quimera y nadie, que se sepa, ha logrado hacerse de una fortuna patrocinando al deporte rey.
Las motivaciones, las razones del porqué invertir en béisbol, han sido (presuntamente) en arasa de que el empresario busca a través del deporte “lavarse la cara”, presentar ante la sociedad una imagen más pulcra de que tal vez abiertamente se le conoce. Muchos han sido y son los casos.
Los menos son de aquellos que con toda seriedad y entusiasmo lo hacen porque adoran este deporte, lo hacen con gusto y pasión, aún sabiendo que muy seguro no sea negocio.
La tercera opción, aunque no se quiera reconocer ni aceptar, sobre todo desde hace algunos años, es que los clubes son una fachada para tapar el origen de algunas fortunas. No decirlo es dejar el análisis incompleto.
REPASO– Afortunadamente, en la actualidad las cosas ruedan hacia el lado de la pasión hecha negocio, a invertir intentando por todos los medios que lo deportivo comulgue al mismo tiempo con las legítimas intenciones de que el inversionista se vea retribuido en su cartera de lo que se desprende.
Casos que salen de esta casi regla existen, lo sabemos, tanto como reconocer que al menos en México, el dinero público se ha utilizado y utiliza para suplantar a los empresarios y darle connotación de “política social” al béisbol. ¿Y la multipropiedad? Esa se cuece aparte, lo mismo puede denotar las exageraciones del primer factor (lavarse la cara) que ahondar en las intenciones de ganar dinero. Mucho menos resulta esto último.
Después de todo, a través del béisbol se logra llegar a ostentar lo que el poder económico permite adjudicarse: el poder, ese por el cual, por ejemplo, ayuda a justificar lo que Alejo Peralta le hizo a la pelota mexicana en 1980-.
Al ver el caso de Derek Jeter recordamos que alguna vez dijo don Juan Manuel Ley: “este muchacho ya jugó, ahora quiere ser directivo, primer necesita dejar de pensar como pelotero”.