RINCÓN BEISBOLERO
Por: José Carlos Campos
3 de Abril de 2023- Los cambios que se han venido forzando en el beisbol de las Grandes Ligas encuentran su razón más simple bajo el justificante de que se trata de medidas “en beneficio de las nuevas audiencias”, entendido esto en que trata de crear nuevos vínculos de interés con los cuales “enganchar” al aficionado a este deporte.
De acuerdo, al béisbol se le vio la necesidad de “modificarlo”, de presentarlo con nuevo rostro y hacerlo más atractivo a ojos del aficionado. Esto ha sido aún y el disgusto de los “tradicionalistas” y de los “ortodoxos” que se mantienen en eso de que “para qué arreglar lo que no está descompuesto?”
Pero Rob Manfred y sus adláteres le encontraron deficiencias, fallas aparentes en su dosis de atractividad y por eso ahora le añadieron el reloj que intenta apurar acciones y las sanciones correspondientes que meten presión al desarrollo del juego. La intención última es que un juego de pelota dure menos tiempo, que no haya espacio para que la gente se aburra y decida mejor no irse a otro entretenimiento.
Y su las bases se hicieron más grandes y amplias es porque, tal vez, cansó pronto que todo fueran jonrones y ponches, que había que agregarle otros factores que sumaran atractivo y nada mejor que buscarle por la velocidad, por el robo de bases.
Digamos que es un intento por darle imagen de mayor dinamismo al juego.
BONDADES– Esta especie de “resurrección” del arte de robar bases se recibe con agrado, que sería mayor si es que al parejo se reviviera lo del toque de bola, estrategia que parece haberse archivado en los libros de historia.
Hoy semeja una especie de truco genial el que alguien intente un toque, se le admira por revivir lo que parece fuera el sacar de la chistera un arma sepultada en el pasado y que representaba, “en los buenos tiempos”, una muy válida estrategia ofensiva.
Todo fue que salieran a la luz las patrañas soberbiométricas, que se pusiera en boga eso de “es que regalas un out”, se convirtiera en acto de fé y se tradujera en el nuevo paradigma. Ya se le observa como estrategia de leyenda, esa que se aplicaba en el pasado.
Toca ahora atestiguar que resurja el robo de base bajo la observancia del reloj de pitcheo y las almohadillas más grandes, innovación en aras de que guste y encante a “las nuevas audiencias” si es que ayuda en realidad a que el juego dure menos.
¿TROPICALIZAR?– Leímos por ahí señales de admiración por las nuevas reglas, agregando a la admiración por lo aprobado la recomendación final: “esto debe aplicarse en todas las ligas”.
De entrada, lo que se advierte es en donde no vemos signos inminentes de que se pudieran aplicar sería en el Oriente, particularmente en Japón. Creemos que la pelota nipona no tiene interés alguno por equipararse a lo que se puso en práctica en las Mayores y además, por así decirlo, es un béisbol más fuel a sus orígenes. Vamos, como que nos late que en tierras orientales, como en muchas otras cosas, dan valor especial a las tradiciones.
En donde no tenemos dudas de que pronto llegarán estas innovaciones será en Latinoamérica, a instancias de que estás exigen presupuestos especiales que no siempre las ligas, o mejor dicho sus asociados (dueños de clubes) asumen con particular entusiasmo. Nos imaginamos la reacción, por ejemplo, cuando en USA se implemente eso de los umpires-robots. “Dénos chance de intentarlo más luego, ya que le caiga agua a la nube”.
Lo cierto es que estamos viendo y viviendo una especia de etapa de innovación en la pelota ligamayorista y esto, a querer o no, tiene un impacto mundial que se dejará sentir en el mediano plazo. La cosa es saber si el “nuevo producto” está siendo consumido con satisfacción o si todo es reacción de momento.
Ya sabremos.